El timbre sonó, despertándome de mi aletargamiento. Camine de manera desganada hacia la puerta, la abrí y cuál fue mi sorpresa que delante de mí se presentó un Edward muy guapo, pero a la vez un poco nervioso
-Hola Edward – dije algo asombrada al verle aparecer por mi casa sin siquiera haber avisado. Él casi nunca hacía eso
-Ho-Hola Bella – dijo pasándose una mano por el pelo – ¿puedo entrar?
-Claro, pasa – dije echándome a un lado para dejarle paso – ¿ocurre algo?
-No… esto, yo… venía a ver a Emmett
¡Por supuesto! ¿Cómo se me había ocurrido pensar que estaba aquí para verme a mí?
-No está – contesté algo cortante. Por una vez quería que él estuviese aquí por mí, porque le echaba muchísimo de menos – ha salido con Rose
-¡Oh, de acuerdo! Pues… ya me pasaré en otro momento – dijo dándose rápidamente la vuelta y abriendo la puerta para salir
-Edward, espera un momento – me apresuré para agarrar uno de sus brazos con fuerza, intentando que detuviera su avance. Afortunadamente lo hizo – ¿podemos hablar?
-¿De qué quieres hablar? – su tono era serio, frió y no me miraba directamente a los ojos
-Por favor… – se lo pensó un poco pero finalmente aceptó. Me siguió hasta el salón, donde se sentó en el sofá junto a mí, aunque dejando cierta distancia entre nosotros – A ver, yo… siento muchísimo si te hice daño el otro día por la forma en que os traté, no fue apropiado y tendría que haberme controlado más. No quiero que haya un distanciamiento entre nosotros, Edward
Silencio, no movió ni un musculo hasta pasados 30 segundos. Se limito a mover la cabeza afirmativamente, con el mismo gesto serio de antes. Iba a hablar pero él se adelantó
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